En la vida cotidiana las personas recibimos estímulos procedentes de un gran número de objetos y eventos, presentados todos ellos de forma simultánea. Nuestros estudiantes están expuestos a todos estos estímulos y es importante recalcar que únicamente una pequeña parte de estos son relevantes para ellos. Buscarán atender aquellos que les permitan alcanzar los objetivos o metas que se han trazado e ignorar los que pueden ser causa de distracción o interferencia.
Los estímulos a los que atendemos los llamamos objetivos y a los ignorados distractores. La atención selectiva es el proceso mediante el cual realizamos esta diferenciación.
A continuación, compartimos 4 formas clave que nos permitirán educar la atención desde la neurociencia.
- Focalizar los objetivos que deseamos lograr.
Es fundamental comprender los objetivos que deseamos alcanzar y buscar estrategias para que nuestros estudiantes los internalicen, de manera que puedan centrar la atención en estos y evitar los distractores.
- Tomar en cuenta las redes atencionales.
Captar la atención de los estudiantes es un proceso clave para enseñar y aprender. Por tal razón, es necesario conocer los diferentes estímulos que intervienen en sus decisiones para lograr focalizar las clases de una forma más acertada.
- Diseñar clases visualmente impactantes.
Las experiencias de aprendizaje deben abarcar la mayor cantidad de sentidos posibles. Cuando un estudiante está expuesto a oler, tocar, ver, escuchar y sentir su aprendizaje se vuelve vivencial y estará siempre presente en su memoria implícita.
- Buscar vinculaciones.
Es importante que lo que se está estudiando tenga vinculación con otros elementos para que sea más fácil recordarlo y a la vez se logre interiorizarlo para llegar a la conciencia.
Trabajar la atención en el aula nos permitirá tener estudiantes con mejor conducta, pensamientos focalizados y mayor control de las emociones, facilitando que se puedan cumplir sus objetivos académicos y, más ampliamente, en su vida.